En sus
Esbozos pirrónicos (Πυῤῥώνειοι ὑποτύπωσεις,
Pyrrhōneioi hypotypōseis) define el escepticismo de la manera siguiente: «El escepticismo es la facultad de oponer de todas las maneras posibles los
fenómenos y los
noúmenos; y de ahí llegamos, por el equilibrio de las cosas y de las razones opuestas (
isostenía), primero a la suspensión del juicio (
epoché) y, después, a la indiferencia (
ataraxía)».
Defiende una posición relativista y fenomenista desde una posición escéptica antimetafísica y
empirista. Según él, hay cosas, pero lo único que podemos saber y decir de ellas es de qué manera nos afectan, no lo que son en sí mismas. No obstante, su
epoché no es tan radical como la de Pirrón. Defiende también una ética del sentido común y, aunque como pirroniano acepta la indiferencia (
adiaphora) respecto de todas las soluciones morales, reivindica también la importancia de lo empírico, razón por la cual defiende que la vida práctica debe regirse por cuatro guías: la experiencia de la vida, las indicaciones que la naturaleza nos da a través de los sentidos, las necesidades del cuerpo y las reglas de las artes. Hace una crítica del silogismo, al que considera un círculo vicioso, y pone en entredicho la noción de signo, especialmente tal como lo entendían los estoicos. Critica la
teología estoica señalando las contradicciones de la noción estoica de
divinidad. Para los estoicos todo cuanto existe es corpóreo, por tanto, señala Sexto, también lo ha de ser la divinidad. Pero un cuerpo puede ser simple o compuesto. Si es compuesto puede descomponerse y, por tanto, es mortal. Si es simple, es uno de los elementos: tierra, aire, agua o fuego y, entonces, es inerte e inanimado. De ahí se sigue que la divinidad, o bien es mortal, o bien es inanimada, lo cual es, en ambos casos, absurdo. Además de este argumento, Sexto Empírico atacaba la noción de divinidad apelando a otros razonamientos. En todos ellos reforzaba la idea escéptica de la necesidad de la
epoché o suspensión del juicio. Además, atacó también la noción de causa.
En general, su obra es importante por cuanto es una de las fuentes del conocimiento del pensamiento antiguo. Concretamente, su
Adversus mathematicos aporta datos importantes para el conocimiento de la historia de la
astronomía, la
gramática y la
ciencia antigua, así como de la teología estoica.
Biografía
Hijo de Bernhard Spengler y de Pauline Grantzow, fue el menor de cinco hermanos y pasó una infancia marcada por las
cefaleas y las crisis de
ansiedad. En 1891, la familia dejó
Blankenburg para instalarse en
Halle, donde Spengler frecuentó las clases de latín de la
Fundación Francke. Como consideraba la educación normal como anquilosante, procuró formarse como un autodidacta y se examinó de bachillerato en 1899. Descartado del
servicio militar por insuficiencia cardiaca, estudió matemáticas, ciencias naturales y filosofía en las universidades de
Halle,
Múnich y
Berlín. Se doctoró en
filosofía con la tesis
Fundamentos metafísicos de la filosofía de Heráclito (
Die metaphysische Grundgedanke der Heraklitischen Philosophie) bajo la dirección de
Alois Riegl en Halle el 6 de abril de 1904. Ese mismo año empezó a trabajar como profesor de ciencias en un instituto por concurso. En su disertación para este puesto
El desarrollo de los órganos de la vista entre las principales especies animales(
Die Entwicklung des Sehorgans bei den Hauptstufen des Tierreiches), anuncia una constante de su pensamiento
Plantilla:Completar, expresa en sus obras
El hombre y la técnica (
Der Mensch und die Technik, 1931) y en sus
Cuestiones sobre los orígenes (
Urfragen) póstumas. Fundamentalmente, su imaginario está marcado, al margen de por el
pietismo de la Fundación Francke y de su formación científica, por el
Darwinismo de
Ernst Haeckel, el
Ficcionalismo de
Hans Vaihinger (Filosofía del "como si..."), y, sobre todo, por la crítica de la cultura ejercida por
Friedrich Nietzsche, reducida a las claves «decadencia» y «voluntad de poder» (por no mencionar su veneración por la obra de
Goethe, que colocará durante toda su vida en la cumbre de la cultura occidental).
Tras un año de seminario profesional, ejerció como profesor interino antes de obtener en 1908 una plaza de profesor titular en
Hamburgo. Pero la enseñanza no le convencía: «La simple visión de los muros del instituto provocaba en mí una depresión nerviosa». Una pequeña herencia a la muerte de su madre permitió a Spengler retirarse de la enseñanza y establecerse a partir de 1911 en
Múnich como escritor a tiempo completo. Allí colaboró en diversos periódicos mientras trabajaba en la redacción del
ensayo La decadencia de Occidente. Bosquejo de una morfología de la historia universal, por el que es generalmente recordado. Apareció en dos volúmenes, (1918 y 1922) y le valió una celebridad inmediata desencadenando debates y polémicas sin fin tanto en medios científicos como literarios. Entre las fuentes de inspiración de este libro el propio autor menciona la
crisis de Agadir (primero de julio de 1911), en el curso del cual la cañonera
Pantera fue enviada por el estado mayor alemán al puerto de
Agadir en
Marruecos; las bravuconadas de los militares se saldaron al final con un fiasco diplomático para Alemania. Spengler vio en este hecho la señal de que el mundo marchaba hacia una guerra mundial y una señal de crisis para Alemania. La filosofía política de Spengler está enteramente poseída por la idea de que Occidente se encuentra abocado a una lucha sin piedad por el dominio del mundo. Entre 1914 y 1917, Spengler escribió dos cartas abiertas no fechadas de las que no quedan sino fragmentos. Una a Guillermo II, otra a la nobleza alemana. Al emperador Guillermo II le aboga por una reconciliación entre conservadores y socialistas, entre los cuales él puede "serrar el istmo" para mayor beneficio del «Imperium Germanicum»: en esto se muestra favorable al régimen parlamentario. En cuanto a la nobleza, la invita a seleccionar a sus mejores naturalezas para la educación y la disciplina.
Con la caída de Alemania en 1918, Spengler se vuelve en un adversario declarado de la Democracia y expone estas convicciones en sus manifiestos
Prusianidad y socialismo (1919) o
La regeneración del Imperio Alemán (1924). Spengler llama a la dictadura que ponga fin a la
República de Weimar y que afronte con éxito los grandes problemas de la política interior y exterior, en especial en la era de la guerra de aniquilación. (
cf.
Decadencia de Occidente, III, tabla «correspondencias de épocas políticas»). Sus ideas tuvieron gran influencia en el
Movimiento Revolucionario Conservador de Alemania. Desde este punto de vista,
Hitler no le parece reunir las cualidades requeridas: la actitud de Spengler hacia los nazis fluctuará largamente, antes de que rechace todo acuerdo con la República de Weimar. Cuenta entre sus amigos con los industriales
Paul Reusch y
Albert Vögler, que le ayudan financieramente. así como el poeta
Adolf Weigel (que usaba el pseudónimo de Droem Ernst), con el que visitó
Praga.
Pensamiento
En su
ensayo La decadencia de Occidente (1
er volumen
1918 y 2º volumen
1923) alega que el
desarrollo de las
civilizaciones sigue un modelo cíclico reconocible según tres tipos de sociedad que se irían sucediendo en el tiempo hasta llegar a una cuarta final de decadencia: la Apolínea o Clásica; la Mágica, propia del mundo islámico, la Fáustica u Occidental, y la de Decadencia. Cada una de estas sociedades tendría un nacimiento, una madurez y una vejez que podía implicar su desaparición.
Spengler, gran experto en la filosofía de
Heráclito, basa su idea del
isomorfismo en los estudios naturalistas de
Goethe. A partir de ellos concibe un orden natural intrínseco a cualquier sistema dado, orden que debe cumplir obligatoriamente a lo largo de su desarrollo y manifestación. Como este orden o forma es generalizable a todos los niveles de la realidad, la cumplen desde las plantas en su crecimiento hasta las civilizaciones, pasando por el
Cosmos mismo. Es así como acuña el concepto de "isomorfismo" aplicado al ámbito de la realidad social y la
Historia.
Como conclusión a su estudio de Heráclito, Spengler sostiene que la vida humana y la historia de la
humanidad son una lucha constante entre la estabilidad y la movilidad, entre estados y procesos.
Spengler, pese a lo poco citado que resulta en los círculos académicos, es una influencia constante en el siglo XX. Entre otros, determinó los escritos de
Georg Henrik von Wright sobre nuestra sociedad. También fue influencia nodal en
Francis Parker Yockey, quien escribió
Imperium a modo de secuela de
La decadencia de Occidente. Yockey llamó a Spengler "El filósofo del siglo XX".
RELATIVISMO:
Tradicionalmente se ha considerado que existen dos posiciones opuestas respecto a la naturaleza de la sociedad y los aspectos humanos, o por lo menos a ciertos hechos sociales: el
objetivismo y el
relativismo.
El objetivismo es la pretensión de que la verdad es independiente de las personas o grupos que la piensan, o en una forma más lógicamente menos restrictiva, la pretensión de que existen algunos hechos objetivos en los que existe acuerdo universal. Por otro lado, el relativismoconsidera que la verdad depende o está en relación con el sujeto, persona o grupo que la experimenta, y que en ciertos aspectos no pueden existir acuerdos universales compartidos por todos los seres humanos.
Es preciso tener cuidado con la definición del relativismo, así, por ejemplo, no es relativismo aceptar que existen muchas opiniones acerca de las mismas cosas, esto es obvio y nadie lo ha negado. El relativismo aparece cuando a continuación decimos que dichas opiniones son verdaderas si a las personas que las defienden les parecen verdaderas. El relativismo mantiene que existen muchas "verdades" o formas de conceptualizar ciertos hechos sociales, en general imcompatibles entre ellas. En cuestiones humanas y sociales se reconocen tres formas básicas de relativismo:
- a) Cognitivo
- b) Moral
- c) Cultural
-
-
- GORGIAS
-
Biografía
Nació en la
Magna Grecia (en
Leontino, Sicilia) y si bien se establece su fecha en el 485, es un estimativo entre el 500 y el 483. Allí supuestamente fue alumno del también siciliano
Empédocles. Se formó en
retórica con
Kórax y
Tisias, fundadores de la disciplina. Se sabe que viajó mucho durante su larga vida, trabajando en varias ciudades griegas, enseñando y practicando la retórica; finalmente se instalará en
Atenas en el año
427 a. C., causando gran sensación con su oratoria, como jefe de una embajada de su ciudad, por lo que fue llamado Gorgias de Leontino, a la edad de 60 años. Gorgias profesó con gran maestría la retórica, a la que consideraba como ciencia universal. Negaba ser maestro de
virtud pero prometía hacer hábiles en hablar a sus discípulos. Según se cuenta, una de sus actividades cotidianas consistía en acudir a lugares públicos, donde defendía encarnizadamente una
tesis relativa a una cuestión cualquiera; una vez derrotados y convencidos sus interlocutores, comenzaba a defender la tesis contraria, hasta doblegar nuevamente a quien interviniese en la disputa, y así sucesivamente se contraargumentaba una y otra vez, haciendo gala de su retórica. Fue maestro de Tucídides, Agatón, Isócrates, Critias y Alcibíades. Como retórico, Gorgias fue de los primeros en introducir la cadencia en la prosa y en utilizar lugares comunes en los argumentos. Las obras de las que nos han llegado fragmentos son: Sobre la naturaleza o sea del no ser, Elogio a Elena y Apología de Palamedes.Murió en Tesalia, el año
380 a.C. con alrededor de 105 años.
Según
Platón en su
Gorgias seu de Rethorica, Gorgias define su arte como
arte oratorio y afirma que está dispuesto a formar en tal arte a todos aquellos que quieran. Se vanagloriaba de haber contestado a cuantas cuestiones se le habían propuesto, ofreciéndose después a verificar lo argumentado. Cabe destacar que a diferencia de lo que ocurre en el diálogo Protágoras (cuyo protagonista es el también sofista Protágoras), donde sus posturas son presentadas de modo respetuosas, en el Gorgias de Platón, el sofista aparece con unas tesis muy débiles que son fácilmente rebatidas por Sócrates que lo deja en ridículo, como sin posibilidad de defender de modo alguno sus posturas. Forma parte de la primera generación de
sofistas junto con
Protágoras con quien compartió el presupuesto básico de su filosofía: el
relativismo y el
escepticismo. Nos movemos en el mundo de la mera opinión, siendo la verdad para cada uno de nosotros aquello que nos persuade como tal. La retórica es la técnica de la persuasión, y el sofista, el maestro de la opinión.
Recogió la temática de la
Filosofía eleática concluyendo que nada existe. Se encuentran en una obra que se le atribuye,
Sobre la Naturaleza o el No Ser (título que alude a la postura de la escuela eleática -por la cual se ve influido, pero a la que ataca- ya que el filósofo Meliso de Samos había escrito la obra
Sobre la naturaleza o o el Ser), tres célebres tesis:
- Nada existe.
- Si algo existiera, no podría ser conocido por el hombre.
- Si algo existente pudiese ser conocido, sería imposible expresarlo con el lenguaje a otro hombre.
-
Subjetivismo
El subjetivismo es la postura filosófica que toma como factor primario para toda verdad y moralidad a la individualidad psíquica y material del sujeto particular, siempre variable e imposible de trascender hacia una verdad absoluta y universal. El subjetivismo limita la validez de la verdad al sujeto que conoce y juzga principalmente según su entendimiento y en consideración a su realidad específica (entorno e interacción social) entendida no como un hecho "externo" sino como parte constitutiva del sujeto. No debe confundirse el subjetivismo con el relativismo. El relativismo, que se asemeja mucho al escepticismo, tampoco admite ninguna verdad absoluta que tenga validez universal, pero mientras el subjetivismo hace depender el conocimiento humano de factores que residen en el sujeto cognoscente, el relativismo subraya la dependencia casi exclusiva de factores externos. Como tales considera la influencia del medio, del espíritu, del tiempo, de la pertenencia a un determinado círculo cultural o clase social, y los factores determinantes contenidos en ellos. Una variante del subjetivismo es el subjetivismo ético, el cual afirma que lo bueno o lo malo en la moral depende de las actitudes morales individuales. Por lo tanto cuando alguien siente que "P" es bueno de manera sincera entonces "P" es bueno por lo tanto, de acuerdo con los subjetivistas, no puede estar equivocado. WILLIAN JAMES:
Nueva York, 1842 - Chocorua, 1910) Psicólogo y filósofo norteamericano. Hermano mayor del novelista Henry James e hijo de otro Henry, notable filósofo seguidor de Swedenborg, es el pensador norteamericano moderno más apreciado y admirado. Sus antepasados fueron inmigrantes irlandeses, enriquecidos en su nueva patria. Durante la infancia, William James, como su hermano, acompañó a la familia en sus largas peregrinaciones por Europa, frecuentó numerosas escuelas en seis países distintos y participó en las conversaciones que su fogoso y patriarcal progenitor dirigía en las tertulias de importantes personalidades.
La irregularidad de los estudios y la profusión de sus facultades innatas le hicieron difícil la elección de una carrera, que recayó finalmente sobre la ciencia. A los cursos de la Harvard Medical School, interrumpidos por una expedición a la cuenca del Amazonas en compañía del naturalista Louis Agassiz y luego reanudados, siguió una estancia de dieciocho meses en Alemania, período de lecturas, observaciones y reflexiones al cual cabe remontar la aparición de su ideología; pero, asimismo, etapa de inquietas decisiones y de un desaliento que rayó casi en la desesperación suicida.
De su padre había heredado William James no solamente la tendencia a las especulaciones no ortodoxas, sino también un profundo interés por los valores morales y espirituales, la necesidad de una fe religiosa y una acusada propensión al misticismo, que su obra científica, y más particularmente la lectura de Darwin, pusieron en grave aprieto. A lo largo de toda su vida se sintió preocupado por el problema de la conciliación de la tendencia interior a la fe con el pensamiento científico que parecía minarla; ello constituyó uno de los principales móviles de su obra.
El resultado inmediato de este clásico dilema del siglo XIX, unido en tal caso a un drama psicológico personal, fue, a su regreso a América en 1868, un período de torturadas vacilaciones, aguda melancolía y grave crisis nerviosa que le llevó al borde de la locura y dio lugar más tarde a un casi místico "juicio" cuya formulación filosófica, expresada con crudeza, es la siguiente: aun cuando la mente, según afirma Darwin, sea en verdad un producto de la evolución biológica, un instrumento elaborado para que el organismo humano pueda afrontar el medio ambiente, la voluntad del hombre permanece, a pesar de ello, "libre" bajo cualquier aspecto; la fe, siquiera privada de su contenido teológico, mantiene, sea como fuere, sus propios derechos de íntima función al mismo tiempo inextirpable e indispensable para el mantenimiento de la existencia; la vida merece, por sí misma, ser vivida.